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viernes, 25 de noviembre de 2011

TANGO DEL SOLO

Desde el asiento del colectivo, miró por última vez el cartel descolorido que anunciaba: Francisco Reales, la gran atracción tanguera. Ése soy yo, el que todas las noches gastaba los aplausos, el que cantaba mejor que cualquiera, como me decían todos en el pueblo. Y qué van a decir ahora, que no van a tener a quién aplaudir, cuando se enteres de que me fui sin avisar a nadie...Qué cara pondría Marlene, la fiel Marlene, que una vez me dijo: ella no te merece, si yo te contara...Pero no quise que me contara. Bronca de mina celosa, pensé. Cómo no iba a estar celosa de vos, mi mocosita. Pucha digo, casi se me escapa mi percanta, pero sé que a vos no te gusta. Sos tan cursi, me decías, lo repetís en la carta, siempre hablás con letras de tangos. Y qué querés, si me hice en tango...Tantos años en ese club nocturno, me cuesta encontrar otras palabras. Además, el último tiempo casi no hablábamos, vos no hablabas, estabas distinta, como ausente. A lo mejor ya te habías cansado de mí, o me tenías lástima. Repaso una y otra vez nuestra historia y no puedo encontrar el por qué. Si te di todo lo más que pude darte...Me acuerdo la primera vez que te vi. Estabas con el Zurdo Rivera, y sonreías, más alegre y más rubia que el champán. De pronto me miraste, los ojos brillantes con un eléctrico ardor. El Zurdo sorprendió la mirada y alzó la mano, en un amago. Ahí nomás lo enfrenté. Arrugó como bandoneón, ¿te acordás?. Vos sonreíste, agradecida. Marlene te tomó del brazo y te acompañó hasta una mesa mientras te hablaba para tranquilizarte. Esa noche canté para vos. Hasta la Marlene se dio cuenta. Después te invité a bailar. Y entre mis brazos eras más blanda que el agua...Al tiempo estábamos viviendo juntos. Fuiste el sol de mi vida...Por eso, aunque te hayas reído de mí, del malevo Reales, como me llamabas, como me llamás, aunque me hayas hecho lo que me hiciste, tu recuerdo me va a perseguir siempre en la siempre noche de mi soledad. A partir de ahora, aunque las minas se me ofrezcan como la Marlene, para mí no habrá ninguna igual a vos, no habrá ninguna. Tampoco hay reproches ni quejas ni tiro del final. Otra vez estoy hablando en tango. Perdoname, sé que no te gusta y lo entiendo. Lo que no puedo entender es que me hayas dejado por la Marlene.

viernes, 4 de noviembre de 2011

DOBLE INVENCIÓN

Cuando la rosa que nos mueve
cifre los términos del viaje,
cuando en el tiempo del paisaje
se borre la palabra nieve,

habrá un amor que al fin nos lleve
hasta la barca de pasaje,
y en esta mano sin mensaje
despertará su signo leve.

Creo que soy porque te invento,
alquimia de águila en el viento
desde la arena y las penumbras,

y tú en esa vigilia alientas
la sombra con la que me alumbras
y el murmurar con que me inventas.
                                                                                               
Julio Cortázar

jueves, 3 de noviembre de 2011

EL ANIVERSARIO

INES: Feliz aniversario, Carlos.
CARLOS: Feliz aniversario, Inés. (La besa, saca algo del bolsillo y se lo entrega) Esto es para vos, por los cinco meses que estamos juntos.
INES: ¡Qué hermoso prendedor! Ya mismo lo voy a estrenar. (Hace los gestos, luego le entrega un sobre). Yo también tengo un regalito para vos
CARLOS: (sorprendido) ¿Qué es?
INES: Abrilo y te vas a enterar.
CARLOS: (Abre el sobre y lee. Luego, confundido, mira alternativamente al papel y a Inés): No me habías dicho nada.
INES: No quise ilusionarte hata no estar segura. Pero ahora sí. (Sonriente, lo besa) ¡Felicitaciones, papá!
CARLOS: Papá...no puede ser.
INES: Pero sí, tonto, como que no puede ser, lo dicen los análisis. (Seria, al ver que Carlos no responde): ¿Qué te pasa?
CARLOS: Es que habíamos convenido en que no habría  hijos enseguida.
INES: Ya sé que lo habíamos convenido, pero resultó otra cosa. Y no me digas que debería haberme cuidado más, vos nunca lo hiciste.
CARLOS: Es cierto, no pensé que podía pasar. Todo es tan de golpe...
INES: De todos modos todavía es muy reciente. (Lo abraza) Estoy tan contenta. ¿Vos no?
CARLOS: Si... es decir no sé.
INES (se aparta sorprendida) ¿Cómo que no sabés?
CARLOS: Es que... (Mira alrededor. Mientras habla se atraganta con las palabras) Fijate cómo vivimos, apretados, gastando lo indispensable, corriendo todo el día, del laburo a la Facultad...¿Cómo nos vamos a arreglar con un chico? (No puede soportar la mirada de Inés y baja los ojos) De la beca ni hablar, el viaje a París que íbamos a hacer juntos...
INES (dura): Si es eso lo que te preocupa, podés viajar solo.
CARLOS (acusa el impacto): No tenés derecho a decirme eso, sabés que no lo haría. (Queriendo conciliar) Entendeme, Inés, yo quiero tener un hijo tuyo, pero no todavía, no podemos...
INES: ¿Quién dice que no podemos? ¿Vos? ¿Yo no cuento, no importa lo que yo quiera? Después de todo, también es mi hijo...y hasta más mío que tuyo.
CARLOS: ¿Pero qué decís, te volviste loca?
INES: Al contrario, ahora veo claro. Para vos lo nuestro sólo fue un convenio, el placer sin consecuencias...
CARLOS: ¿Y para vos qué fue? ¿O me vas a decir ahora que no querías?
INES: Claro que sí, claro que quería hacer el amor con vos...pero también pensaba en lo que podía pasar después. Y por eso te amaba más.
CARLOS (queriendo ser cínico pero no le sale): O sea que yo era nada más que el que ponía la semillita...
INES (con dulzura): No, eras vos, pero también era él...aunque no lo entiendas.
CARLOS: Eso tampoco me lo habías dicho antes. ¿Por qué?
INES (cansada): Porque no se trata de hablar, sino de sentir. Y ahora siento que este partido lo jugué sola.
CARLOS (tocado, abrazándola): No digas eso, estamos juntos y te quiero.
INES (lo mira): ¿A mí? ¿Solamente a mí? Desde ahora yo soy dos. Si me querés (se toca el vientre) también lo querés a él.
CARLOS (vacilante): Tengo que acostumbrarme a la idea. Dame un poco más de tiempo.
INES (firme, mientras se desprende del abrazo): Dudaste...el tiempo ya pasó.