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sábado, 5 de mayo de 2012

Nadie supo el campanario de tu risa

Nadie supo el campanario de tu risa
ni la huellla exacta de tu pie sin sombra.
Apenas terciopelo hecho capullo
tus cuatro lunas creciendo hacia lo alto.
Cuatro sueños
cuatro llantos
cuantro nadas.
Qué dolor tu muerte en escarpines
la embozada siniestra mercenaria
y tanto pan que no probó tu diente
y tanto vientre crecido para nada.
Porque el odio no sabe de ternura
y el amor es apenas un descarte
porque pensar está prohibido
y hay tantos muertos sangrando por el alba
sobre un prado de cipreses
hoy columpias tu inocencia ensangrentada.
Pienso en tu padre y en mi hijo
en un furioso clamor de genitales
en tus ojos
golondrinas para siempre sin verano
en tu sangre
que es de todos
en tu nombre
Pablo Gustavo
que ya es patria.


Esto fue escrito hace mucho tiempo, "el tiempo del desprecio" diría Malraux, cuando un atentado se robó la vida del Pablo Gustavo Laguzzi, de apenas 4 meses, hijo del entonces
rector de la UBA, Raúl Laguzzi, ya fallecido.