Amo la geografía de tus manos
surcadas de ríos infinitos
por la proa cotidiana del cuchillo
en el viaje hacia el alba prometida
que las papas te regalan cada día.
Y amo las vulgares mariposas
baratos arco-iris culinarios
que florecen en tus dedos afanosos
donde canta un cielo la cebolla
y se mueren de amor las hortalizas.
Amo los surcos que dejaron
las lavas de volcánicas sartenes
rojas flores de cruel gastronomía
nomeolvides de pétalos marchitos
por los soles de ardientes lavandinas.
Y el proletario aderezo de tus uñas
donde el fuego apaga sus rubíes.
Amo la dulzura de tus manos
así de ásperas y así de tiernas
por su aroma impenitente de pañales
porque saben a vida y a trabajo
y porque sé que cerrarán mis ojos
cuando cansado de besarlas siempre
mañana yo me pierda en ellas.
lo acabo de leer con mi compañera de vida y te aseguro que tenés una nueva seguidora. qué más decir? lo cotidiano se vuelve poesía.
ResponderEliminarGracvias, Gustavo y tambien a tu compañera. Y sí lo cotidiano es poesía y la grandeza está en las cosas pequeñas, esas que siempre están con nosotros y a veces no miramos.
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