El pueblo no siempre hacía honor al nombre. En dos o tres oportunidades había atravesado por etapas más o menos largas de estancamiento y hasta de retroceso, de las que no había salido totalmente. Culpa del intendente, decían algunos, qué intendente éste o el anterior preguntaban otros, bueno si vamos al fondo del problema todo es consecuencia de las macanas que hizo el que estuvo antes del anterior, ya sabía que mi iba a salir con eso cada vez que algo no anda en el pueblo decimos culpa del que no está, y me va a decir ahora que él no es el único responsable, sí en la medida en que todos dejamos que lo fuera, así que ahora lo defiende, no es que lo defienda sino que no ganamos nada volviendo atrás la cabeza para criticar lo que se hizo y decir esto no se arregla más, pero no me va a negar que eso explica lo que está pasando ahora, las explicaciones no sirven para nada, de lo que se trata en este momento es de hacer algo, ¿y por qué no lo hace usted ya que encontró la manija del asunto?, ja qué rico tipo, si aquí nadie se calienta por nada ¿voy a ser yo el único gil?
Todo se resolvía así en Villa Progreso, todo terminaba en opiniones, sugerencias, palabras.
Los habitantes parecían cómodos en ese clima de improvisación en que vivían desde hacía un tiempo, y sólo salían de su indiferencia habitual para trenzarse en discusiones interminables sobre el fútbol, gran pasión popular.
Claro que el fútbol, Freud mediante, permitía la descarga de las tensiones, pero el estado actual de los villaprogresistas no obedecía a una súbita pasión catártica sino a la disputa del torneo provincial, en donde el seleccionado local había demostrado que no hay cuadro chico cuando se tiene corazón, al vencer a todos sus rivales y clasificarse para la final. Y hoy justamente Villa Progreso tenía una esperanza redonda como esa pelota que dentro de unas horas iba a correr por el césped,tratando de entrar en el arco contrario, llevada de aquí para allá por los once campeones y por todo el pueblo, por los que habían ido y por los que se habían quedado.
Porque todos habían trabajado por el triunfo del equipo. En todas las calles banderas con los colores del club,grandes carteles con mensajes de aliento “arriba Villa Progreso”, confesiones de fe “sí sí señores soy de Progreso sí sí señores de corazón”, ditirámbicos himnos de inspiración colectiva “y ya lo ve y ya lo ve es Villa Progreso y su ballet”, toda la ciudad preparada para el regreso de los campeones, porque aunque no ganaran igual volverían con la frente en alto, campeones morales por su nobleza deportiva y su espíritu de lucha.
Eran muchos los que habían viajado hasta la capital para alentara los muchachos cuando salieran a la cancha, y los que se quedaron habían decidido reunirse en la plaza frente a la Municipalidad para ver el partido en pantalla gigante. Todos juntos, todos unidos para acompañar aunque fuera de lejos a esos hombres de pantalones cortos y esperanzas largas que hoy tratarán de recuperar nuestro ser popular, como había dicho el comentarista local.
Ya mucho antes de la hora de iniciación los vecinos colmaban la plaza, intercambiando deseos y pronósticos, les vamos a dar un baile que la van a ver cuadrada, van a quedar con el culo roto por tantos goles que les vamos a meter, yo no pido tanto con el uno a cero me conformo, pero les ganamos seguro, ojalá, tantas cosas andan mal en el pueblo,algo tiene que resultar.
Cuando llegó la policía el partido ya había empezado y parece que a Villa Progreso no le iba del todo bien, por eso nadie se preocupó al ver que los carros de asalto rodeaban la Municipalidad. Tampoco se preocuparon cuando vieron entrar al jefe acompañado dedos o tres policías armados con pistolas. Sólo más tarde, cuando vieron salir al intendente flanqueado por los policías que lo metieron en un auto, recién entonces se miraron, más molestos que preocupados, pero ninguno se acercó a preguntar qué pasaba. No hubo tiempo además, porque justo en ese momento el juez expulsaba de la cancha al capitán de los villaprogresistas, y entonces la indignación,vieron qué les dije el referí está comprado, el Rata tuvo razón al protestar,no tenía por qué cobrar faul, y el desconsuelo después, porque ahora les iba a ser más difícil ganar sin el Rata que era la cabeza del equipo.
Vieron al jefe de policía asomarse al balcón de la Municipalidad y sólo escucharon…destituido…, no importa Rata todos te aplaudimos por no dejar que nos manoseen…hecho cargo del gobierno…, a ese tipo había que amasijarlo…estado de sitio…, y todos se fueron llorando la injusticia cometida contra el capitán y el equipo y el pueblo todo, porque todos eran un solo corazón.