¿qué opinas del blog?

lunes, 5 de diciembre de 2011

EL CAFE

Así que ahora te llaman Le Pub. Mirá vos, el progreso que le dicen. Te lavaron la cara, te maquillaron un poco y a vivir tu nueva vida. Si hasta tuve un cachito de miedo al entrar. Tantos años, sabés. Como destapar de golpe el frasco de los recuerdos y aspirar nuevamente el aroma dulzón de tus paredes húmedas, entonces lejanamente azules, un azul desvaído y pringoso que era toda nuestra geografía. ¿Te acordás? Siempre nos sentábamos ante la misma mesa, aquélla justo al lado de la ventana.Claro que entonces no había manteles ni sillas tapizadas ni este voile naranja de las cortinas que me tapa el sol. Para decirlo francamente, tenías pinta de rasca, pero nuestra cuenta bancaria se llevaba muy bien con el chocolate desnudo de tus mesas, que nos embriagaba de calidez.
Además estaban Tortuga y el Gladiador. Tortuga viejo...El andar cansino, las piernas que casi no te respondían y el café que siempre llegaba frío. Y las equivocaciones al cobrar. Sin embargo nunca te pagamos de menos. De más tampoco, pero vos sabías que todos andábamos con la guita justa, y por eso pienso que te equivocabas a propósito. Creo que al final las suelas de tus zapatos tenían el mismo color blanquinegro de los mosaicos del piso. En cambio el Gladiador, siempre marcial como un soldado de guardia. Todavía sigue, erguido junto al mostrador, con la bandeja apretada contra el pecho, como un escudo.
Tantos años...Es la primera vez que vengo desde que dejamos la Facultad. Algunos  quedaron a mitad de camino y no sé nada de ellos. En realidad no sé nada de ninguno. Finalmente, me metí en el grupo de Ramón y me dieron una tarea importante, por eso no conviene tener amistades fuera de los compañeros, para que no te fichen. Pero hoy no puedo dejar de pensar en todo aquello, en cómo eras antes, cómo éramos antes, cuando apoyaba sobre tus sillas escuálidas este mismo portafolios donde guardaba el futuro.
Te dije que tuve un poco de miedo al entrar, pero ya no. No sos el mismo. La pucha si cambiaste, ahora te visitan ministros y diputados.
Puedo despedirme tranquilo de vos, y me alegro, por eso me voy. Pero antes la visita final. Conozco el camino. Al fondo, a la izquierda, el cartelito de rigor, el eterno olor a acaroína, los azulejos amarillos y ese hueco detrás de la puerta donde ahora debo dejar este paquete, salir como si nada y al pasar junto al Gladiador sentir por un momento la tentación de decirle andate, viejo, esta vez el escudo no te va a servir para nada, adentro hay una bomba que pronto va a estallar, yo no quería, te juro que no quería, a vos no, Gladiador.

No hay comentarios:

Publicar un comentario